Roman Peiró i Morell

A la sombra de las chimeneas

El año 2012, el Centro de Estudios e investigaciones Comarcales Alfonso el Viejo me propuso la elaboración de un guion que contara la historia de Els Rajolars a Oliva; una historia apasionante llena de experiencias humanas que todavía hoy no está cerrada, puesto que la industria ladrillera pervive, transformada, está claro, en otras vertientes industriales.

Yo quería tratar esta historia partiendo del momento de máximo esplendor en 50, cuando Els Rajolars miraban frente a la otra fuente de ingresos locales que constituía la naranja y que convirtió Oliva en una de las poblaciones con el PIB más alto de todo España, que transformó nuestro pueblo, probablemente y creo que no me equivoco, en una ciudad. Y es que la pujanza de una industria que siempre había estado aquí transformó el urbanismo de nuestro pueblo de una manera definitiva.

Son muchos los testigos que aseguran que ellos conocieron los hornos morunos de sus antepasados, pero que el cambio industrial hacia el horno Hojfman fue definitivo. Su implantación iba siempre acompañada de las clásicas chimeneas que hoy constituyen uno de los símbolos más característicos de nuestro pueblo y especialmente del barrio de Sant Francesc.

Mi investigación iba encaminada hacia diferentes vertientes, pretendía tratarlo todo pero de una manera próxima y accesible a todo el mundo; por lo tanto el más importante era el trato personal con entrevistas a las personas que estuvieron, y todavía hoy están algunas, implicadas en el sector de la baldosa. En ese momento me di cuenta de la calidad humana que atesora nuestro pueblo, porque de todas las entrevistas que hice siempre en algún momento salían a relucir historias de miseria y de gloria, de esfuerzo, supervivencia y superación, tanto de la gente nacida a Oliva como de aquella que llegó otras poblaciones del Estado enriqueciendo nuestro pueblo.

No querría detenerme en una historia concreta porque son muchas y algunas, realmente emocionantes, constituyen epopeyas que en los Estados Unidos serían motivo de películas y series de televisión. Pero sí que habría que mencionar que el crecimiento del entrañable barrio de Sant Francesc, donde vivieron una gran parte de los trabajadores de las fábricas, tiene muchas historias de superación y de solidaridad entre los trabajadores que vinieron de fuera y los que ya vivían aquí, puesto que en el principio, al llegar, los trabajadores (y a menudo sus familias) se quedaban a vivir dentro de las fábricas, cerca de los hornos para estar calientes. Despacio, pero, los novatos trabajadores fueron integrándose en Oliva y esto aconteció que, por ejemplo, muchas casetas de la zona de la Senda de los Ladrones se construyeron los domingos con trozos y mozos que sobraban del material de Els Rajolars; y yo me imagino que tenían que levantarse entre todos los vecinos de una manera festiva, casi tribal, con la ilusión de estar haciéndose su propio hogar.

Otra historia que también merece ser contada es la de la creación, en un momento determinado a principios de los años 60, de una asociación de ladrilleros de Oliva que duró más de una década. Además de las cuestiones económicas y de funcionamiento que tenía esta entidad, hay que mencionar que contribuyó con material a la construcción del asilo de Oliva, uno de los edificios más característicos y necesarios de nuestro pueblo, otra muestra de participación y humanidad.

En definitiva y como conclusión, creo que no voy desencaminado si afirmo que el barrio de Sant Francesc es un barrio con una personalidad particular, un barrio clásico que ha crecido con esfuerzo, lágrimas, sonrisas … mezcla de gente de todas bandas y con la sombra de las impresionadas chimeneas que de una manera simbólica protegen a sus habitantes y su peculiar talante.

Quizás mi proyecto sea retomado en otro momento, por mí o por otra persona; de cualquier manera, el que está claro, y aunque yo solo me centré en Els Rajolars, es que la historia del barrio de Sant Francesc merece ser contada y conocida.

Querría desde esta tribuna agradecer la participación de las siguientes personas, muchos no viven en el barrio, pero todos ellos se lo estiman: David Cots, Domingo Arlandis, Vicent Vila, don Santiago, Sivera, José Antonio Navarro Cerdà y su tío, Inma Seguí, Salvador Tercem, Miguel Pons, Pepa Chesa, Vicent Aguilar, Luis Chorro, Emilio Andrés, Vicent Llopis, José Lucas, Felipe Peña, Gracia López Patiño, Manu lbañez, Gisbert Santonja, Emili Moscardó i Joan Ramon Morell.